DADOS ETERNOS

    (Heraldos Negros)

 

Dios mío estoy llorando el ser que vivo;

me pesa haber tomadote tu pan;

pero este pobre barro pensativo

no es costra fermentada en tu costado;

tú no tienes Marías que se van!

 

Dios mío, si tú hubieras sido hombre,

hoy supieras ser Dios;

pero tú que estuviste siempre bien,

no sientes nada de tu creación

y el hombre si te sufre: el Dios es él!

 

Hoy que en mis ojos brujos hay candelas,

como en el condenado.

Dios mío, prenderás todas tus velas

y jugaremos con el viejo dado…

 

Tal vez ¡oh jugador! Al dar la suerte

del universo todo,

surgirán las ojeras de la muerte,

como dos ases fúnebres del lodo.

 

Dios mío, y de esta noche sorda y oscura,

ya no podrás jugar, porque la tierra

es un dado roído y ya redondo

a la fuerza de rodar a la aventura,

que no puede parar sino en un hueco,

en el hueco de la inmensa sepultura.

 

 

Retornar