CANTO
CÓSMICO
(Proemio)
Dios
Dado
Yo el obrero
insigne de San Martirio del Orbe
Pueblo bendito
del hambre en la plenitud de los escombros
O el héroe
anónimo de Chukumarca
Como queráis
llamarme tú, niño o niña,
Adulto o adulta,
anciano o anciana
De cualquier
latitud, condición social,
Cultural o
económica
Sin distingo de
país, ideología, religión, raza o idioma
Que por un
instante
Vais a leer
estos versos naturales llenos de calma
No os asombréis
por ninguna causa o efecto.
A los treinta y
tres años cumplidos de esta Era de Acuario,
Hoy dieciocho de
julio de dos mil años y tantos
En plena
hecatombe del siglo veintiuno, después
De haber muerto
y retornado a la vida una y ciento de veces
Inicio este
canto profético para todas las naciones.
Es cierto, he
habitado todas las barracas y masticado la miseria,
Navegando en
las más remotas aguas virginales,
Puestos a prueba
de fuego el fulgor de mi espíritu y mi cuerpo.
Tal es así, que
ahora no busco la luz sino la oscuridad,
Porque sé que
detrás de las tinieblas está el sol.
Y que el pobre
corazón del hombre
Es apenas un
punto en la cuadratura azul del Universo.
Por ello hoy
quiero jugarme el todo por el todo
Sin que me
provoque nadie en este claro día,
Cual un ser
libre que vive y piensa libremente.
A estas alturas
de mi existencia, no temo confesarlo:
He bajado al
cielo lleno de esperanzas,
Y a contra
viento y marea en un mar de tinieblas
Ha sido mi alma
atormentada sin ninguna compasión;
He subido al
infierno también y cuán feliz y solazadamente
He disfrutado de
su enorme claridad.
Mas, preciso es
que me creáis, he jugado alternadamente
En el Tablero
del Universo, ajedrez con Jehová y con Satán.
Pero ¿no son
acaso, el cielo y el infierno, Dios y el Diablo,
Estigmas que
el humano se ha creado para sí?
El árbol del
Bien y del Mal habita el pecho de cada hombre o mujer,
Tened la
Sabiduría suficiente para comer de sus frutos.
Hoy me siento
hermoso en mi más íntimo elemento
Sin Dios, sin
Ley, sin Patria y en mi interior
Convergen todas
las maldades del mundo para que yo las purifique.
Ya he dicho en
uno de mis escritos a viva voz:
No he venido a
salvar al mundo, ni a nada ni a nadie.
He venido a
condenarlo y a condenarme a mí mismo.
Ah! ¿Queréis
algo mejor? Soñad.
Toda creencia en
un Ser Superior
Es oscura
metáfora que debes descifrar común mortal.
Cósmico es
mi odio hacia toda idea de salvación,
Pues la
considero una burla para cualquier inteligencia.
En esta cruel
podredumbre no hay Dios
Ni Hijo de Dios
que nos salve un pito.
Todo depende de
ti y de mí.
Depende de la
unidad de nuestros corazones.
Entendedme.
Os digo una vez
más:
No escribo para
la mente sino para el corazón.
Mi Reino no es
de este tiempo
Sino de uno
venidero, pletórico de fe.
Vengo de un
mundo diferente
Y voy hacia otro
igualmente diferente.
No os asustéis.
Sólo soy un ave
de paso: ¡Aprovechadme!
Yo Mismo mi Dios
y mi Profeta,
Nadie abajo ni
encima de mí.
Mi corazón es
el Universo, habítalo tú
Con la misma
sinceridad con la que lo habito yo.
Oh, vosotros
incrédulos que habitáis este planeta
Y que a cada
instante lo destruís.
Quién sabe sea
éste el punto de mi Creación.
Pero...
permíteme repetirte una vez más:
No escribo para
el alma del hombre
Sino para el
alma del mundo.
Mi canto emerge
de los tres reinos de la Naturaleza
Y raudo se
encamina hacia todas las auroras.
Me es
indiferente si hay un solo individuo
O hay
muchedumbres escuchándome.
Para gente
sensible e inteligente yo predico.
De pie, hacia
los cuatro vientos,
Cual frutos
prohibidos mis versos expando.
Mas eso qué
importa, hermana y hermano.
Hoy quiero
dejarte un mensaje de paz y de esperanza,
De amor y de
solidaridad,
A través de
este Libro Blanco que para ti apertura sus páginas.
Tenlo por cierto
camarada, tú que eres culto o ignorante,
A de ser mi
excelsa figura siempre entre vosotros.
¡Seguidme, si
tenéis sentimientos!
De:
El Libro Blanco