Dioses culles, chimbadores y
huanchaqueros
Revisión del significado de la palabra “Chimbote”
Leonardo
Garay Montañez
I
Se llama topónimo al nombre propio de un lugar. Sobre el
topónimo Chimbote se ha escrito bastante, pero, en su mayoría, sin rigor
científico. La toponimia es una disciplina que estudia el origen y la
significación de los nombres propios de lugares. Tiene muchas
limitaciones, pero se guía por reglas científicas que no se deben obviar
ya que ignorarlas nos conduce a explicaciones etimológicas
inconsistentes. Como dice el prestigioso lingüista Rodolfo
Cerrón-Palomino, el análisis de los topónimos exige el conocimiento y
utilización de datos lingüísticos, históricos y geográficos que son
pertinentes para la zona en estudio; así como la obligación de que los
significados propuestos sean razonables.
El profesor Enrique Tovar; el
quechuista César Guardia; el lingüista Willem F. H. Adelaar; los
periodistas José Gutiérrez y Demetrio Ramos, y el químico farmacéutico
Víctor Unyén; y el profesor Fernando Bazán Blass han propuesto
explicaciones sobre el significado del topónimo Chimbote. Cinco son las
etimologías que hemos hallado para la palabra Chimbote, atendiendo
al origen lingüístico: 1) podría ser una palabra de origen mochica; 2) de
origen quechua; 3) de origen culle; 4) de origen mixto: quechua y
castellano; y 5) de origen castellano.
Enrique Tovar, en Tierra de promisión.
Chimbote (1924), cuenta que Chimbote, entre 1782 y 1864, fue una
ranchería mísera, llamada indistintamente Caleta Colorada o Huanchaquito;
y que este último nombre se debía a que la mayoría de sus primeros
habitantes, de los cuales hay registros, fueron naturales de Huanchaco.
Tovar dice que la palabra Chimbote “para algunos, parece un vocablo
mochica; otros refieren una tradición que no dejamos de encontrarla
extravagante. Es ésta: Cuando vinieron unos caballeros extranjeros a la
Caleta Colorada, ... no encontraron más embarcación para trasladarse a
tierra, que los conocidos caballitos de totora; ... y al regresar
a Lima, ... decían, en su mal castellano, haber bajado en este puerto, sin
bote, shim-bote, Chimbote”.
Guardia, en su Diccionario
Kechwa... (1967), escribe que “Chimbote [viene] de chimpu que
significa señal de lana o cerco. Según Barranca, chimputi,
cuya final -ti es signo pluralizante, quiere decir cercado.
Y es así al puerto, afirma Juan Durand (1921) al comentar. Se le ve
circunvalado por un cordón de cerros que dan abrigo a su hermoso
fondeadero y que forman un perfecto cerco”.
Antes de exponer la propuesta de Adelaar
debemos dar alguna información sobre la lengua culle. En el área
conformada por Cajabamba (Cajamarca), Otuzco, Santiago de Chuco, Sánchez
Carrión (La Libertad) y Pallasca (Ancash), llamada por los historiadores
el Reino de Cuismanco, se habló desde tiempos preincas hasta la década de
1940 una lengua llamada culle o culli que se ha extinguido totalmente.
Todos los habitantes de esta área hablaban culle con las influencias
recibidas de la lengua quechua de la zona andina de Ancash. De modo que
la zona serrana del valle del Santa, y aún más allá, era de habla culle
(Huacate, Macate y Pallasca), mientras que en su zona costeña se hablaban
dos lenguas pertenecientes a la familia yunga: la quingnam y la
pescadora. Luego de la conquista inca, el Reino de Cuismanco se hizo
bilingüe culle-quechua, pero a la llegada de los españoles se impone un
bilingüismo culle-castellano. Adelaar, en su artículo “En pos de la
lengua Culle” (1989), afirma que
“[en general], muchos nombres de lugar en el área culle terminan
en –t (por ejemplo: Charat, Marmot, Llaut, Cotquit).
Además, cerca al curso más bajo del río Santa y a su desembocadura en la
costa del Pacífico, un pequeño grupo (Chimbote, Guacate, Macate)
termina en –te, lo que podría ser una forma hispanizada del
elemento culle -t. En vista de la ausencia de –t al final
de palabra en otros dialectos quechuas, la terminación –t es
fuertemente sospechosa de ser producto de influencia culle”.
Gutiérrez y
Ramos, en Chimbote a través de la historia (1969), escriben que la
palabra Chimbote debió originarse de “chimbar”, peruanismo que proviene
de “chimba” y que significa “banda del frente”. Según el lingüista Gary
Parker (1976), “tsimpay” es palabra del quechua ancashino que significa
“cruzar un río”. El cambio de “tsimpay” a “tsimbay” sucede con frecuencia
en el quechua ya que fonéticamente están emparentadas.
Unyén propone una teoría más compleja,
y escribe, en El despertar de un coloso: homenaje a la ciudad de
Chimbote (1979), que la palabra Chimbote proviene de dos
voces: chimba, que según González Holguín (1608), significa “la
otra... banda del río o quebrada o acequia”; y bote, denominación
de una pequeña embarcación a remos. Unyén relata que, desde épocas
prehispánicas, los lugareños atravesaban o ayudaban a cruzar, con suma
destreza, el río Mayao o Santa, y que más adelante, a mediados del siglo
XVIII, los pescadores huanchaqueros (que habían llegado entre 1750 y 1760
desde Huanchaco para establecerse aquí) se dedicaban a la caza de lobos,
en las islas, utilizando botes pequeños, balsas o caballitos de totora
que también les permitía pescar o transportar carga; y a los que
ejecutaban este sistema de traslado, se les conocía como “chimbadores”.
Según Ángel Alcedo, citado por Dalila Guzmán, los chimbadores estaban
compuestos por ocho hombres dirigidos por un jefe que tenía el título de
“Alcalde”, sin cuyo permiso no podían desembarcar a nadie. Eran hombres
de talles muy altos y acostumbrados a nadar largas distancias; se
introducían al mar hasta llegar al bote que esperaba con carga o
pasajeros, luego regresaban a la orilla con un pasajero o “bulto”. Unyén
calcula que la palabra Chimbote aparece aproximadamente por el año 1760 y
que se oficializa hacia 1860.
Bazán, en su Historia de Chimbote (2003),
da por válida la “tradición extravagante” relatada por Tovar y dice que a
los chimbotanos del siglo XVIII, por el “hecho de no contar con botes
para sus faenas, reemplazándolos por balsas, se dio en llamárseles simboteros,
de sinbote para luego derivar a shimboteros, de allí a chimboteros,
[de donde se origina] finalmente Chimbote. El topónimo se crea
entre 1760 y 1774 en que lo menciona Cosme Bueno. Los españoles, y sobre
todo el habla marinera de aquel tiempo, tenían una pronunciación especial
para la [s] que la confundían con la [sh]”.
Veamos una breve revisión de la
antigua historia chimbotana y una corta cronología del topónimo Chimbote
antes de analizar las diversas
propuestas. En épocas preincaicas, en la zona que ahora es la bahía del
Ferrol, vivieron pueblos yungas o costeños (quienes hablaban quingnam y
pescadora) dedicados a explotar el mar y la agricultura, que tenían
fluido intercambio cultural y económico con los pueblos serranos, y que
poseían organizaciones militares-teocráticas. Existían dos grupos
diferenciados, que vivían separados y con una fuerte jerarquización
social: los pescadores y los agricultores, siendo los segundos quienes
tenían mayor peso político y social. Inicialmente, la cultura Mochica
dominó la zona; pero posteriormente la cultura Chimú tomó la posta. Luego
los incas conquistaron el área. Cuando arribaron los españoles no
encontraron ningún pueblo grande debido a que los nativos vivían
dispersos y a la alta mortalidad de la población en esa época, de modo
que procedieron a fundar la villa de Santa María de la Parrilla el
2/5/1562, según B. Araico, como un centro administrativo religioso. Luego
se crean las encomiendas y, después, las intendencias. Aunque no se
descartan registros más antiguos, el nombre de Chimbote aparece escrito a mano, por primera vez,
por el notario eclesiástico don Joseph Sáenz quien acompañó al visitador
de Santa don Joseph Antonio de León el 13/7/1774 y dice que en el anexo
llamado Chimbote residen cuatro o seis indios (Sonia Challco, 1995). La primera fuente escrita impresa aparece en un texto de Cosme Bueno
(1774): “la villa de Santa... tiene anexo un pueblecito de pescadores
nombrado Chimbote” (Fernando Bazán Blass, 2003). Antonio de Alcedo, en su
Diccionario geográfico-histórico de las Indias Occidentales
o América... (1786),
escribe que Chimbote es un “farallón o islote de la mar del Sur
[Pacífico] en la costa del Perú y provincia y corregimiento de Santa”. En
un mapa de Gregorio de Piñero, del año 1793, se observa el “cerro de
Chimbote” (J. A. del Busto, 1973). Alexander von Humboldt, en su diario
de viaje por la costa del Perú en 1802, anota que Chimbote es un
excelente puerto. Un manuscrito del 12/8/1813, que se encuentra en el
Archivo Arzobispal de Lima, dice que la Ranchería de Chimbote, situada a
dos leguas de distancia en el pueblo nombrado del Ferrol, de indios
pescadores, tiene 25 personas.
II
Nuestra revisión crítica la
iniciaremos con Tovar quien plantea que la palabra Chimbote parece ser de
origen mochica, pero, según los datos lingüísticos e históricos, es imposible
porque ésta no tiene las características de las palabras mochicas y,
además, según las investigaciones del lingüista Rodolfo Cerrón-Palomino,
la lengua mochica no se habló en el valle del Santa.
Guardia cita a Barranca, quien dice
que chimbote viene de la palabra quechua chimputi que
significaría cercado. Esta explicación es falsa porque el sufijo –ti
no existe en el quechua. En los tiempos de Barranca, los estudios
lingüísticos sobre el quechua eran escasos y muchos autores proponían
explicaciones, como la anterior, que no tienen ninguna base científica.
Si nos quedamos sólo con chimpu como probable origen, ¿entonces,
cómo explicaríamos que la palabra Chimbote lleve el sufijo –te? No
debemos olvidar que la lengua quechua llegó tardíamente, con la conquista
inca, al valle del Santa, razón por la que su impacto fue escaso, siendo
más relevante la influencia de la lengua culle. El examen de los
topónimos del valle del Santa, así como los estudios realizados por
lingüistas e historiadores, confirman lo que acabamos de decir.
La propuesta de Adelaar es interesante
y novedosa. No es casual que Chimbote, Macate y Huacate sean topónimos
vecinos y que compartan el sufijo –te. Adelaar señala que este
sufijo no se halla en ninguna otra zona de habla quechua, aunque
Cerrón-Palomino acaba de demostrar que, por lo menos en otra variante del
quechua, existe el sufijo –te, lo cual debilita la propuesta de
Adelaar, pero no la invalida. Ello significaría que chimbote es
una palabra de origen culle y de la cual ignoramos su significado. Desde
un enfoque culle, no es posible realizar un examen profundo de la palabra
chimbote debido a la escasez de datos sobre esta lengua: apenas se
conocen palabras sueltas y se ignora su sintaxis. Alfredo Torero (1989)
propuso que los costeños, que vivían en el valle del Santa en aquellas
épocas, eran llamados guachemines y que poblaron parte de la sierra de
habla culle y sojuzgaron a sus habitantes (quienes pertenecían a la ahora
llamada cultura Huamachuco o Reino de Cuismanco). Según el mito de
creación de la cultura Huamachuco, Cautaguan parió dos huevos de los
cuales salieron Catequil y su hermano Piguerao. Catequil y Piguerao
mataron a casi todos los guachemines y los pocos que escaparon de la
matanza regresaron a las cálidas tierras yungas, a los márgenes de la
provincia. Luego, Catequil y Piguerao (dioses del trueno y del relámpago)
cavaron en el Cerro Huacate, en la frontera extremo sur, y de este cerro
salió la gente huamachuquina. Pero, ¿qué significa guachemin? Según
Torero, significa “pescadores”, es decir el nombre de este grupo humano
alude a su ocupación, ya que originariamente vivieron en el litoral
dedicados a la pesca y a la maricultura. Nótese que la palabra guachemin
se parece a la palabra “guaxme” que, según Rostworowski, significa,
también, “pescador”. Por tanto, Huacate, el mítico cerro donde se
originaron los huamachucos, está ligado, desde tiempos antiguos, a la
costa de Chimbote y a los hablantes del culle. Huacate está ubicado cerca
de la confluencia del río Tablachaca y el río Santa, mientras que
Chimbote se asienta muy cerca de la desembocadura del río Santa, y, por
tanto, pertenecen a la misma cuenca fluvial. Por lo visto, hay razones
históricas, geográficas y lingüísticas que refuerzan el origen culle del
término Chimbote.
Unyén explica que el topónimo chimbote
proviene del sustantivo quechua “chimba” y del sustantivo castellano
“bote”. Esta versión es la más difundida e incluso el Atlas Geográfico
Ancash/Huánuco, editado por Peisa y La República, la transcribe. Sin
embargo, podemos hacer varios cuestionamientos a esta teoría: 1) si se
puede chimbar con bote, balsa, canoa o a pie; entonces, ¿por qué se
crearía un topónimo que sólo alude a los botes?; 2) la formación de la
palabra Chimbote únicamente a partir de “chimba” y de “bote” es
incoherente sintáctica y semánticamente y su traducción sería “la otra
orilla y bote”, que es sólo la enumeración de dos sustantivos, sin
sentido gramatical. Por otra parte, esta propuesta no cumple las reglas
que rigen la construcción de topónimos en general, y en particular para
el área andina (que alude a la costa, por supuesto). Ya Cerrón-Palomino
aclaró que, universalmente, los topónimos sólo pueden ser: i) sustantivos
u oraciones sustantivadas que caracterizan a alguna entidad (nunca son
oraciones, respuestas, declaraciones, citas o imperativos y
exclamaciones), y ii) nombres de personas; y que, además, en nuestras
antiguas culturas, los topónimos aluden a las características físicas de
los lugares (por ejemplo: lugar con río azulado) o constituyen
explicaciones etnológicas (por ejemplo: pueblo de tejedores o
pescadores), pero construidos respetando las reglas gramaticales. Chimba
+ bote, por carecer de conectores, es agramatical; a diferencia, por
ejemplo, del topónimo Huancayo que viene de “huanca” (piedra) + “yo”
(con), que significa “(lugar) con mole de piedra” (antiguamente, en la
Plaza de Huamanmarca, existía esa mole). Decir que la traducción es
“chimbar con bote” no es coherente porque un topónimo nunca señala una
acción y porque no se trata de un pueblo de sólo chimbadores; al
contrario, los pescadores y agricultores eran más numerosos; y 3) ¿por
qué los botes marinos no se acercarían más a la costa teniendo en cuenta
que la bahía de Chimbote tiene bastante profundidad y las aguas son
relativamente tranquilas?, ¿por qué utilizar un método tan riesgoso, poco
eficiente y caro para transportar mercaderías o personas sobre los
hombros a través del mar si se podían usar, en el peor de los casos,
balsas o canoas? El testimonio de Peter B. Harrison dice: “En 1920, cuando mi
madre llegó a Samanco tuvo que desembarcar en lancha ya que no había
muelle. Al llegar a tierra, un negro la bajó de la lancha a tierra en una
canasta”. Notamos en este relato que sí se podía llegar hasta la playa
sin usar chimbadores, de modo que el impacto de éstos no sería tan
notable como se dice usualmente. En resumen, la explicación de Unyén es
agramatical y carece de lógica toponímica. Ya la propuesta de Gutiérrez y
Ramos tenía una dificultad insalvable: sustentar por qué chimbar
se convirtió en chimbote, es decir por qué la [a] de chimbar
cambia a [o] en chimbote, siendo este cambio imposible en el
quechua hablado en el Perú.
Bazán Blass propone
que chimbote proviene de las palabras españolas “sin” y “bote”
aludiendo a que los antiguos chimbadores no usaban botes sino lanchas y
caballitos de totora. Este autor da por válida la tradición contada por
Tovar, donde ciertos extranjeros dieron origen al primordial shinbote
que luego derivaría a chimbote. Por otro lado, Bazán dice que los
marineros del siglo XVIII pronunciaban [sh] en vez de [s]; pero, si el
arribo de marineros a Chimbote era muy poco frecuente, entonces no se
entiende como podrían haber influido, decisivamente, para formar el
topónimo Chimbote. Además, ¿por qué no se usarían botes si Chimbote es un
puerto con bastante profundidad capaz de ser navegado con estas
embarcaciones? Según los estudios de Rostworowski (1989), en todo el
litoral peruano los habitantes prehispánicos pescaban y eran diestros
marinos y construían botes, balsas y canoas, de modo que no es creíble
que sus descendientes desconocieran que su bahía era profunda y que, si
se arenaba, podían utilizar balsas. Finalmente, la tradición apoyada por
Bazán Blass tiene dos versiones, como sucede con las leyendas: a) fueron
extranjeros quienes originaron el topónimo debido a una incorrecta
pronunciación, y b) fueron marineros de habla española quienes con su
peculiar pronunciación de [sh] influyeron en el origen de esta palabra.
Como vemos, la versión apoyada por Bazán Blass no resiste un análisis
crítico.
Por tanto, éstas son las conclusiones
sobre el origen y significado de la palabra Chimbote: 1) no es palabra
mochica; 2) no es palabra de origen quechua; 3) podría ser palabra culle,
pero con significado desconocido; 4) la propuesta de Unyén debe
descartarse por ser agramatical y por su falta de racionalidad
toponímica; y 5) la versión de Bazán Blass debe desecharse por
fantasiosa. De modo que la propuesta de Adelaar, que propone un origen culle,
es la más plausible atendiendo a consideraciones históricas, geográficas
y lingüísticas. Es la más plausible porque la ciencia toponímica, como en
este caso, no puede dar una etimología definitiva, en estos momentos,
debido a las dificultades ya señaladas. Sin embargo, a medida que se
realicen nuevas investigaciones tal vez podamos llegar a conocer con
mayor certeza el origen y significado del topónimo Chimbote.
III
Luego de haber concluido que las
propuestas de Cesar Guardia, José Gutiérrez y Demetrio Ramos, Víctor
Unyén y Fernando Bazán Blass no tienen valor científico como
explicaciones sobre el origen y significado del topónimo Chimbote; ahora,
con mayores evidencias, vamos a confirmarlo.
Además, hemos encontrado una propuesta
nueva: Ernest Middendorf, en Perú:
observaciones y estudios del país y sus habitantes durante una
permanencia de 25 años (1973), publicado a fines del siglo XIX, dice:
“A este hecho [la tranquilidad del mar], así como a la forma casi
circular de la bahía, se debe aparentemente el nombre del puerto, pues
Chimbote es una corrupción de la palabra quechua Chin poto, que significa
cuenca quieta (Chin, callado, silencioso; poto, una redonda calabaza
vacía, como las usan los aborígenes para beber), refiriéndose a la
bahía”. Esta propuesta es inaceptable porque no es semánticamente
racional: los potos no son silenciosos ni habladores. Además, “chin”
pertenece al quechua ayacuchano, entonces ¿cómo se explicaría que esta
palabra se encuentre en la bahía de El Ferrol? Middendorf era un hombre
juicioso y por ello dijo que esta explicación es “aparente”, es decir que
él no tenía la certeza.
Gutiérrez y Ramos, en Chimbote a través de la historia
(1969), aluden equivocadamente al Diccionario Geográfico de Indios de
Alcedo, siendo el nombre correcto Diccionario geográfico-histórico de las Indias
Occidentales... (1786), donde Alcedo se refiere a las Indias Occidentales
(que es el nombre con que se llamaba a nuestro continente, América, en
épocas coloniales) y no a los habitantes de América. Gutiérrez y Ramos
dicen que Alcedo no reseñó Chimbote y que sólo aludió a la “Bahía
Ferrol”, pero en la página 312 del tomo I del referido diccionario se lee que Chimbote es un “farallón o islote
de la mar del Sur [Pacífico] en la costa del Perú y provincia y
corregimiento de Santa”.
Gutiérrez y Ramos defienden la tesis
de que el topónimo Chimbote se origina en la palabra quechua “chimbar”,
que significa cruzar a la otra orilla de un río. Pero, por motivos
estrictamente lingüísticos, “chimbote” no puede derivar de “chimbar”
porque los fenómenos lingüísticos de cada idioma tienen reglas
sistemáticas que restringen o guían los cambios o construcciones de
palabras. Así, en el quechua hablado en el Perú, el cambio chimbadores
> chimbotes > chimbote nunca se produce, lo que se rige por una
regla lingüística. (Pido a los lectores, que deseen revisar los
fundamentos científicos de esta restricción, leer Lingüística Quechua, 1987, de Rodolfo Cerrón-Palomino).
Incluso Ramos (Revista Altamar
Nº 2, 1991) informa que el lingüista Alfredo Torero no está de acuerdo
con que “chimbote” provenga de “chimbador”, y que, por tanto, quedaría en
pie la tesis de que la expresión “sin bote” dio origen a Chimbote. Torero
tiene razón, pero Ramos está equivocado: que su propia tesis esté errada
no significa que la tesis de “sin bote” sea válida. Ya en la segunda parte de este
artículo demostramos que la teoría del “sin bote” es fantasiosa.
Víctor Unyén, en El despertar de un
coloso : homenaje a la ciudad de Chimbote (1979), también se refiere
al ya célebre, por ser citado erróneamente, Diccionario Geográfico de
Indios de Alcedo; y dice que por información de
Antonio del Busto la palabra “chimbote” se habría originado a inicios del
siglo XVII, afirmación negada rotundamente por el propio del Busto. Lo
que sí es cierto es que el Dr. José Antonio del Busto, en su Diccionario
histórico biográfico de los conquistadores del Perú. Tomo I (1986),
escribe: “Francisco de Aguirre nació por 1508 en Talavera de la Reina
[Castilla, España]... Pasó a Indias en calidad de hidalgo en 1536,
extendiéndose su permiso de viaje el 23 de octubre de ese año. De Panamá
pasó al Perú, desembarcando en Chimbote con sus armas y caballo, criados
españoles y un esclavo guineo”. ¡El Dr. del Busto revisó documentación inédita
del Archivo General de Indias (Sevilla) donde halló un manuscrito
titulado “Información de servicios del conquistador Francisco de Aguirre”
en el cual de Aguirre escribe que desembarcó en Chimbote en la década de
1530! Del Busto no señala el año en que sucedió este arribo, pero se
deduce que fue entre fines de 1536 e inicios de 1537. Para aclarar esta
duda revisamos El conquistador Francisco de Aguirre (1953) del chileno Luis Silva
quien dice que de Aguirre estuvo en el Perú entre 1534 y 1538, y según las probanzas, informaciones y
cartas suscritas por de Aguirre, éste señala, en unos, que arribó al Perú
en 1533, pero en otros dice que fue en 1535. Como podemos observar, la
llegada de de Aguirre a Chimbote no tiene fecha definida: él mismo da
varias versiones, y es imposible saberlo con exactitud; aunque podemos
señalar un intervalo: sucedió entre 1533 y 1537; pero de lo que sí
estamos seguros es que el lugar en que desembarcó fue Chimbote ya que él
mismo lo escribe así. Notemos que en 1533 Atahualpa es asesinado y
enseguida Francisco Pizarro parte hacia el Cuzco para tomarla. En estas
circunstancias de Aguirre llega al Perú y se une a Pizarro siéndole leal
hasta que decide aliarse con Valdivia quien marcha hacia Chile con el
propósito de conquistarlo. Unyén, además, en el libro referido arriba,
escribe: “Chimbote sería una palabra de replana japonesa”. Esta frase no
se puede sustentar, lo que delata la falta de seriedad de su autor.
***
La
información dada por Francisco de Aguirre tiene enormes consecuencias: 1)
El topónimo Chimbote ya existía, por lo menos, desde inicios del siglo
XVI, y lo prueba la presencia del manuscrito de Francisco de Aguirre que
lo alude, habiéndose tomado el dato entre 1533 y 1537; 2) Gutiérrez y Ramos están
equivocados: “Chimbote” no proviene de “chimbador” porque i) la palabra “chimbador” jamás puede
cambiar a “chimbote” según las reglas lingüísticas del quechua, ii) si los chimbadores vivían en la
villa de Santa, y ésta se ubica muy cerca al río Santa y a la bahía de
Santa, entonces lo lógico sería que Santa hubiera tomado el nombre de
Chimbote, y por ello es extraño que una caleta (Chimbote) ubicada en otra
bahía (el Ferrol) adopte el nombre de unos vadeadores que viven,
geográficamente, lejos: ésta es una violación a una regla de la ciencia
toponímica que dice que los topónimos aluden, normalmente, alguna
característica del lugar que nominan, y iii) de Aguirre desmiente que
“chimbote” provenga de “chimbador” ; 3) Si “chimbote” fuera palabra
quechua, no hay en este idioma ninguna necesidad de cambio para que
“chimbador” mute a chimbote, en todo caso, si Gutiérrez y Ramos tuvieran
razón, Chimbote debería llamarse Chimbador; 4) la propuesta de Unyén es
absurda: cuando Francisco de Aguirre llega a la bahía de Ferrol (entre 1533
y 1537) el idioma castellano era prácticamente desconocido en el
Tahuantinsuyo y, además, las desavenencias entre almagristas y pizarristas motivaron el asesinato
de Francisco Pizarro en 1541, año que puede considerarse el término de la
conquista, y recién en 1547 la turbulencia de la dominación española
cesó con el envío por parte de España de Pedro de la Gasca, quien logró
apaciguar los ánimos, consolidándose definitivamente el Virreinato del
Perú. Recién a partir de
esta fecha se crearon instituciones españolas y se difundió el castellano
sistemáticamente; por ello es absurdo creer que entre 1533 y 1537 los
indígenas chimbadores dominaban la lengua castellana al punto que les
habría permitido construir la palabra “chimbote” a partir de “chimba” y
“bote”, y, también, es falso que la bahía de Ferrol estaba despoblada y
que los huanchaqueros fueron los primeros pobladores: en realidad estaba
habitada desde el precerámico como sucedía en todo el litoral peruano; y
5) la teoría de Fernando Bazán
Blass (sin bote) tampoco tiene sustento porque éste dice que el topónimo
Chimbote se crea gracias a la intervención de marineros españoles o
viajeros extranjeros en el siglo XVII, pero en verdad a inicios del siglo
XVI, al llegar los primeros españoles, ya existía este topónimo.
Por lo tanto: 1) El nombre Chimbote ya
existía cuando llegaron los primeros españoles al Tahuantinsuyo (entre
1533 y 1537), como lo atestigua Francisco de Aguirre, y es un nombre
prehispánico; 2) Chimbote no es palabra quechua ni mochica; 3) Chimbote,
es PROBABLEMENTE, palabra que pertenece al idioma culle pero DESCONOCEMOS
su significado (quien propuso el origen culle para Chimbote fue el
lingüista holandés Willem Adelaar en 1989), y en la segunda parte de este
artículo habíamos señalado que los topónimos Macate y Guacate pertenecen
al idioma culle y ahora podemos añadir el topónimo Huamanchacate (que
también termina en –te) y es
una zona ubicada cerca de Coishco y Santa; 4) el topónimo Chimbote no se originó de las palabras
“chimba” y “chimbador”, y no fui el primero en decirlo: ya lo habían
afirmado antes dos lingüistas expertos como Rodolfo Cerrón-Palomino y
Alfredo Torero; 5) Chimbote no es palabra de la replana japonesa; 6)
Chimbote no proviene de la peculiar pronunciación de “sin bote”; 7)
Chimbote no proviene de “chin” y “poto”;
y 8) Tovar, Gutiérrez,
Ramos, Unyén y Bazán Blass no tienen formación toponímica y por ello
yerran al lanzar sus propuestas; ninguno de ellos tiene preparación
científica como lingüista, geógrafo, historiador: son solo aficionados.
Finalmente, ruego a los profesores,
escritores, autoridades, padres de familia, y medios de comunicación que,
por favor, ya no difundan teorías sin sustento científico como las que
hemos señalado sobre el origen del topónimo Chimbote. Hay varios sitios
web que repiten estas apócrifas explicaciones, los profesores continúan
enseñándolas, y hay personas muy conservadoras que se aferran a estas
seudoexplicaciones. Sé que es más laborioso explicar los problemas
implicados en el significado del nombre Chimbote; pero hagamos el
esfuerzo, por favor, de ya no consentir falsedades. Pero, todo
investigador está obligado a trabajar con rigor científico, lo que, en
última instancia, significa respeto por los lectores. Mi propuesta sobre
el topónimo Chimbote no da explicaciones acabadas porque la ciencia
toponímica, ante la falta conocimientos suficientes para darlas, acepta
sus limitaciones, se detiene y evita especular. Quienes cuestionan
nuestra revisión tienen la obligación de sustentar científicamente sus
argumentos, dejando de lado las acusaciones subjetivas. La verdad siempre
es problemática y laboriosa, pero la verdad nos hará mejores ciudadanos y
mejores chimbotanos.
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