Leila Baena Lugo

Doscientos
sesenta y nueve
Dos
meses de espera.
Puede ser considerado poco tiempo,
pero tal vez no lo fuera.
Sesenta día de alerta.
Un período sensato para algunos,
pero no para todos.
Nueve intentos míos.
Quebrantando el silencio impuesto
la inquietud se tornó grito.
Esto no es reclamo,
es súplica. El grano de arena
que aumenta nuestra playa.
Sólo sé que extraño
el reflejo de tu cara en el espejo,
y tu olor tan preciado.
Que los huecos
de las huellas de tus plantas
no los llena nada.
Sé que tantas horas
alejada de ti, me ponen brava,
triste, incompleta...
Que de llorar se agota,
la cisterna de lágrimas del alma,
mis aguas se derraman.
No me dejes así,
sumergida en la no presencia
de tus besos.
Te quiero, es simple.
Puedo vivir sin ti, eso, es cierto.
Pero eso, no lo quiero.
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