Ernesto
Wurth
Navegando en el ensueño de la playa de los
mitos
Hay
veces que el mar es tranquilo, el murmullo de sus olas no
se escuchan, apenas revientan en la playa, sin
espumas, latidos, ruidos; sumergido en ese silencio miré
el ocaso, comenzaban a brotar las estrellas, pero
estaba tan lejos de mi mismo, que lloró la tarde, sin
divisarme; las estepas del silencio los arenales de mi
pasado cubrieron los caminos zigzagueados, y un árbol
creció, en medio de las dunas; creció un rosal entre las
rocas, nació también el dolor apagado provenientes de
lugar alguno pero nacieron sus frutos de ese árbol de
vida, de colores intensos, mas la niebla del riachuelo
que desembocaba en el mar, cubrió mis anhelos con
mantos de rosas rojas casi negras.
Nació el mito,
el optimismo latente congénito a la lógica miré el
árbol clavado entre las rocas floreció con rosas rojas
y las rosas rojas con un fruto de naranjas, mi
raciocinio de causas y efectos confundió mi imaginación
artística.
De las espumas de una ola con
Neptuno, Anaximandro me dió su mano salada,
empujándome a la playa donde, acompañado de mi
caracola, continué, encaramado a la vida, que a veces se
esfuma. |