Monsieur
James
Luz de candela
Limpiaba lágrimas ligeras bajo un columpio de lluvias, fiel
disimulo de un rosario de penas que surcaban sus indómitas
mejillas. En sus ojuelos se advertía sólo una triste pena.
Ella luchaba por perderla, entre esa cómplice lluvia y el ir y
venir del melodioso vaivén de la tarde.
El parque parecía atento a su congoja en su milenaria
experiencia y parecía brindarle todo su apoyo. Una vez que la
sintió liberada de su llanto, le ofreció una estruendosa
ovación de hojas y vientos. Las ramas, de esos seres
verticales, sintieron un magistral alivio; la noche se apoderó
del parque.
La luz de una candela volvía a iluminar la vida tras su
ventanal con un guiño de auténtica complicidad.
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