Detrás del semblante
Tú,
que ufano afirmas sentir más nadie
tu franqueza ¿a qué vale, si te
escondes?
si a los seres que te encuentran de
continuo
como prendas los desechas, con sus
nombres.
Si te sirve a la moda que te ocupa:
venga.
Usas mente, sentimiento, confidencia
sana,
y la vuelcas a tu antojo en la
monserga,
de sutil engaño, antojo personal,
¡estafa!
Así de ventajosas y ruines tus
correas,
que anudan la razón con tu astuta
quimera,
de pretender saber las causas de las
penas
y las soluciones viertes en tu salvia
artera.
Cruel ser que transitas con blanca
bandera,
semblante apacible y voz de reseda,
¡Que bien desarrollas tu astuta
faceta!
Pareciera cierto que ayudas y
alientas,
cuando solo buscas tu vil
conveniencia,
y del árbol caído, te provees de
leña.
Eres vulgar ladrón con traje de
etiqueta,
títulos de nobleza, pero maldad de
hiena.
(Nada hay personal, es sin afán de
ofensa,
es solo inspiración, personaje de
novela) |