ARTE
POETICA
¿Y
si tentamos una mujer que no huya del
ronquido de hojas quebrando su
figura, o la fortuna de mejillas
liberadas de sangre sin aroma y
saliva fenecida?
Quizás
merecimos siempre algún licor añejado
en el misterio de todos los lamentos,
o en la hondura irreversible de
contemplar lo femenino hasta el dolor.
El
nombre de la felicidad se olvida con
el entusiasmo de sujetar las
estaciones
impredecibles
de la palabra, con un relámpago
azotando el agrado de montar el lomo
del adjetivo y la esperanza.
SIN
QUERER DETENER EL VIENTO
Sin
querer detener el viento que golpea
el cristal de tus muslos blancos, voy
creando el licor que refresque tu
danza para amar.
Sorbiendo
el brillo de ciertos manantiales, aún
soy el ciervo de barro que se cuida
de no desmoronarse antes de conocer
el agua inagotable de tu vientre, soy
la montaña pasiva que sólo conocen
las bestias silvestres de tu pasado,
el justiciero de la jungla que
atormenta a tu piel.
Cuidándome
de tus ojos grises, de la ceguera en
que dormirán mis sentidos el día de
buscar la matriz con que creaste esta
pasión, moldeo la manera más humana
de no alterar la forma de tus sueños,
o el susurro perfecto de tus labios.
UN
RIO PARA ELENA
El
río empieza en tu nombre, Elena. Ni
el puente ni las piedras se enteran
del nombre que acabo de encontrarle a
la corriente; sin embargo, mi voz no
descuida el romance de los penachos
sonrosados con la orilla.
El
río escribe el color de tus ojos con
cada pensamiento que los hombres
hacen llegar, como miradas, a sus
aguas. El río es un contagio, o una
sonrisa de tu nombre; eso es, una
lumbre que insiste en recordarme tu
rostro desde el puente.
Se
sabe que el cuerpo de se cauce es el
de tu imagen
Reconocida
frente a un espejo. Desnuda su
claridad como música de tambores
dedicada a apagar la sed del viento;
todos oyen, cortan la sangre de mis oídos
y repiten, Elena, que el río es la
sonrisa y la historia de tu cuerpo.
Y
se sabe, aún, que el callar el
físico envidiable del río que
transpira desde el ande, callas tú,
calla el ave, la memoria y la armonía
de tu sangre fértil que alimenta mis
palabras.
El
río es una mujer, o un latido que
gime, invierno arriba, una tonada
aprendida en tu voz.
Empiezo
en tu nombre, Elena, busco sobre el
puente el reflejo tierno que las
aguas muestran a la gente.
UN
GATO NO ES UN PROYECTIL
Un
gato no es un proyectil de poca monta
es
más bien la cerda gruesa de la
astucia.
Un
gato tampoco es la piel de la
habilidad hecha canción,
sin
embargo podría ser un relato ágil
concebido en su propia mirada.
Ningún
felino canjea el rol de su canto con
el
pelambre
de los hombres,
ningún
juego de garras que se estime libre.
Quizás
por ello un gato deja habitar en sus
zarpazos los
pensamientos
vanos de su presa o la brevedad del
tiempo.
Su
piel es el ojo que necesita el hombre
para ser mimado.
Su
destreza es amada por el silencio.
por
la premura.
CREACIÓN
Entonces,
Yavé formó al hombre
con polvode
la tierra
Gén.
2, 7
Y
para que el barro con que esmeras la
aventura
de crear no pierda tu ilusión de
sobrevivir
al tiempo y a la desdicha,
invócale
la modestia de la serenidad como un
desafío
sin limitaciones,
trázale
un territorio neutro entre la
presencia
y la oración,
elígele
las formas de lo divino para el
lenguaje
de los sentidos,
espera
la luz en sus causas sin designios,
apártale
sin recelos la voluntad de la pasión.
Sonríe,
será tu imagen, tu semejanza.