Año: X     N.º 5     abril del 2006

Artículo   17

  

  
  

Gemación, Revista Poética

Róger Anton Fabían   

rogerantonfabian@yahoo.es

Sueño. Sueño que sueño. Me sueño soñar que sueño
y también puedo soñarme soñar que sueño.
Me sueño soñando ya y también
soñándome que soñaba *.

¡Pasen y vean!
[PRÓLOGO]

LO QUE USTED TIENE EN MANOS no es un libro. Tiene la pretensión de un sueño, de varios sueños a la vez. Soñar será siempre un privilegio. Cada época por nefasta que sea tiene sus sueños, sonrisas y fantasmas. En mi caso particular suelo tener pocos en realidad, y cada uno con la certeza que todo sueño será siempre inconcluso. Éste es más bien un honor, tributo y elogio al dormir, ya que el dormir produce los sueños. Es por ello un proyecto risueño y celebrado antes de ser publicado.Una celebración al dormir. Si usted se siente un Don nadie. ¡Atención! Sea alguien: ¡sueñe! Siempre hay que dedicarse a algo, regla de oro.

De pronto llevaba ya buena parte de mi vida soñando; así en la mitad de ésta –como Dante– el sueño ocupaba amplios terrenos de mi existencia como si tal cosa y una noche entre sueños el ensueño ocupó la realidad y ésta el lugar de aquel: se me ocurrió soñar la letra impresa, ésta que usted está soñando. Bien, no se desanime, siga leyendo o soñando, por favor. En el futuro todo el mundo soñará.

Convencido que dentro del alboroto de la memoria un sueño reemplaza al siguiente y que asimismo dentro del mundo soñado adquirimos desde el primer momento una vida a la par totalmente diferente a esta terrenal puedo afirmar más bien rotundamente y ‘sin modorra’ que un sueño es una puerta de enlace con el futuro o el pasado; en todo caso siempre quedan pequeños fragmentos con los cuales bien se puede formar un amplio mosaico de ficción y realidad.

Bien, vivo desde hace años una vida errante en diferentes islas de este archipiélago que es el mundo, en apartamentos chimbotanos en medio de grandes ciudades: en donde vivo se sueña estrictamente. Ese es el idioma de mi hogar, una pequeña isla rodeada de vigilia.

Este ensayo es más que un libro un repaso sobre las obsesiones del autor. Es, en sí, una historia del sueño, su develamiento e importancia cada vez más amplia, sus variedades y la extensión de su interpretación y de todo lo que envuelve a la pasión y el rito del soñar: aptitudes, modos y deleites varios, observaciones históricas, rarezas de los sueños, del soñar despierto y en especial del soñar dormido.

Pero no se trata de ningún modo, al menos no lo pretende, de un tratado letárgico, y el trato es sobre todo literario, creador: pretensión de sueño imperecedero él mismo. Aquí los sueños no son sueños y no se sueñan igual. No son sólo para la noche que se olvida, son para la memoria y el recuerdo, para la historia. No hay que sólo representarlos, hay que tenerlos siempre en cuenta. Por eso, Señores y señoras, damas y caballeros. ¡Pasen y vean! La función va a comenzar. ¡Pasen y vean! Adelante, señorita, adelante caballero.

¡Atención! A los sueños hay que prestarles atención; no se les puede descuidar. De hecho, son la industria que hace arte: la creación total. Soñar es un placer; y un buen soñador [poquísimos en realidad], como un buen amante, siempre se toma su tiempo prudencial con ‘su sueño’, vive con su sueño –como Dios– después del sueño quizá hasta el momento final de su existencia. Ok, el sueño por la rapidez o lentitud con que sucede suele ser como un rito de expiación; por las imágenes que provoca, una invocación espiritual; por la profetización y la cercanía con la muerte, una fascinación de retoque tardío con lo sagrado que se sumerge en la experiencia última.

Llamo felicidad al sueño de afirmarme, entrado los años ya, en una de las butacas del vestíbulo de un viejo hotel de provincias de mi propiedad después de la cena y al caer la tarde, cuando el cielo comienza a dar paso a la noche y sólo se destaca, desde mi cómoda butaca [¡rima!, ¿sonante, asonante o consonante?, ante estudiantes de literatura] la noche adentrándose en los pastos, al cruijido de los grillos y las luces de las luciérnagas. Es entonces cuando sueño dormitar en paz, en la tranquilidad de la semioscuridad y al despertar brevemente apuntar en mi libreta de notas el sueño del tiempo ah; incluso, por última vez, adentrándome en lo que antaño fue un ritual primitivo en medio del bosque de mis ancestros, que también tuvieron sueños. La supervivencia que embarga el soñar tiene de devoción y de magia ancestrales. Así pues reposa este Puro sueño con pretensiones de gozo puro, pura vida y pura creación. ¡Pasen y vean! La función recién va a comenzar. ¡Pasen y vean! ¡Buenas noches! ¡Eso es! ¡Habéis oído! ¡Eso es! ¿Oro [sonoro] no es?, ¿sueño no es? ¡Abran la cortina y verán lo que es!

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*.Paráfrasis de un texto de Salvador Elizondo, El Grajograjo.

  

  

  

  

GEMACIÓN. Revista de poesía. Año X. Número 5. Abril 2006. Director: Christian Ahumada Heredia. Copyright © 2006 Róger Anton Fabían. Reservados todos los derechos © 1994-2006 Movimiento Cultural El Universalismo. Chimbote, Ancash (Perú). Cualquier reproducción total o parcial debe contar con la autorización expresa del editor o de los autores.