Año: X     N.º 5     abril del 2006

Artículo   18

  

  
  

Gemación, Revista Poética

Carlos Rengifo   




ELOGIO DEL SILENCIO

La muerte es un misterio que nos arredra de modo permanente como una reacción natural: sin embargo, cuando somos jóvenes, cuando caminamos por sendas que tiñen de otro color la negrura de la muerte, esta nos parece hasta atractiva por el afan “romántico” que le atribuimos bajo el influjo de un fin glorioso. Nada más falso, ahora lo sé, porque si la muerte te toca directamente en alas de un enemigo, y te señala con su mirada implacable, como una amenaza inminente, no hay gesto artístico que valga para siquiera saludarla, menos aun ponerla en un peldaño. La ausencia que esta produce, el eco que se va, deja siempre interrogantes, sobre todo si en lugar de rechazarla, la atraemos, cual tabla de salvación para el dolor que nos consume.

En la madrugada del sábado 5 de junio, el poeta Manuel Villanueva que hacía poco más de un mes había publicado su primer poemario, Voz en off, decidió quitarse la vida. Sus amigos más cercanos no entendemos por qué. Ningún signo en su apariencia exterior delataba un sufrimiento, una desesperación; hablar con él era llenar de hondura la pasión literaria que nos alentaba, los libros en común que leíamos, el cine, la fotografía (otra de sus pasiones). Y era también apostar por el arte, por el cultivo de las personas, por la sinceridad en el oficio de escribir. En él, más que en otros, se notaba que “vivía” la poesía, la sentía en carme viva (aunque no mostrara a nadie sus escritos), como una marca imborrable en su forma de ser.

Pero jamás imaginé que esa sensibilidad tocara el límite de su existencia y se quebrara en un segundo, en aquel infinito segundo donde nido alrededor dejó de tener algún sentido.

A Manuel lo conocí hace años en la fenecida ANEA, cuando muy entusiasmados anhelábamos un porvenir literario, y al cabo de un tiempo de encuentros y diálogos, de cafés y cigarrillos, él un buen día apareció con su libro bajo el brazo (sin habérselo mencionado a nadie, ni siquiera a su familia); y meses después lo presentó en el Centro Cultural de España, con elogiosos comentarios de Marco Martos, Hildebrando Perez y Roxana Crisólogo. Y aquella noche lo festejamos en el bar Yakana. brindando por la poesía, por su poesía ya editada, esa “voz en off” que, ahora me tinca, fue su testamento, su singular carta de despedida. “A veces me he sentido una sombra que persigue su cuerpo, su momento y su camino. (...) Me he sentido en falta, extraviado y sin nadie que me encuentre”, escribe al iniciar el libro, y concluye en el ultimo poema: “Una voz que se quiebra entre el disimulo y la evidencia. Injurias que se cuelan entre los barrotes. ¿Quién, quién está preso en este atribulado corazón”. Al parecer. Manuel Villanueva estaba preso en sí mismo, allí donde sólo él sabía encontrarse y de donde ya no podrá regresar. La última vez que lo vi, una semana antes de su partida, podría jurar incluso que estaba de mejor talante que yo, y sin embargo... ¡Ah. muerte, absurda muerte! ¿Por qué le ensañas con los indefensos? A pocas horas de saber la noticia, y sin asimilarlo del todo, sirvan estas palabras para mi consuelo, y el tuyo también. Manuel, porque, aunque no haya ido a tu velorio ni a tu funeral, así como actuabas tú, a solas, sin que nadie me vea, he vertido unas lágrimas por ti.

  

  

  

  

GEMACIÓN. Revista de poesía. Año X. Número 5. Abril 2006. Director: Christian Ahumada Heredia. Copyright © 2006 Carlos Rengifo. Reservados todos los derechos © 1994-2006 Movimiento Cultural El Universalismo. Chimbote, Ancash (Perú). Cualquier reproducción total o parcial debe contar con la autorización expresa del editor o de los autores.

  

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