Año: XI     N.º 6     agosto del 2007

 

Ensayos    III

  

Gemación, Revista Poética

  

El ensayo es la ciencia, menos la prueba explícita.
(JOSÉ ORTEGA Y GASSET)

 

EL AMOR INCONDICIONAL EN EL CUENTO

CASTILLOS EN EL AIRE DE GONZALO PANTIGOSO

 

Pese a su brevedad, Castillos en el aire, incluido en el libro Lindero Prohibido (Mantícora Ediciones, 2006) narra una historia sencilla, pero profundamente humana. Leído varias veces, el texto de Gonzalo Pantigoso presenta una trama y estructura singular. En este ensayo me limitaré a realizar un estudio de uno de los temas tratados por muchos escritores: el amor. Éste por su misma naturaleza y por el lugar que ocupa en la vida de las personas ha creado múltiples, complejas y controvertidas definiciones.

Siguiendo la tipología de Erich Fromm tenemos: amor fraternal, amor materno, amor erótico, amor a sí mismo y amor a Dios. Empero, lo que más encontramos en las producciones literarias son el amor erótico, el amor fraternal y el amor maternal. En “La Ilíada (Homero) está en Tetis cuando protege a su hijo Aquiles; en “Nuestra Señora de París” (Víctor Hugo), en Gudula hacia su hija Esmeralda; en “La Madre” (Máximo Gorki), en una campesina analfabeta hacia su hijo Pável; hasta llegar a Pantigoso Layza que retoma el amor maternal y el amor erótico para plasmarlos en su cuento Castillos en el aire.

La historia del cuento comienza instantes previos a una ejecución. El condenado reflexiona sobre su existencia y quién podría ocupar su lugar. Recuerda a su amada y tiene la esperanza de que ella entregue su vida por la de él. Antes de cumplirse la sentencia el juez pregunta si existe alguien, de la multitud, que pueda ocupar el lugar del condenado. Nadie responde, excepto la madre de aquel, pidiendo la permuta de la sentencia, sacrificando su vida por la de su hijo. En este relato impactante e intempestivo por la forma como se concatenan los hechos, Pantigoso logra conjugar y, al mismo tiempo, confrontar dos clases de amor: maternal y erótico.

El amor erótico se patentiza en los momentos que tiene el condenado para reflexionar sobre su existencia. El narrador del texto inicia el cuento con un símil para dar mayor fuerza y expresividad a la consumación del acto ejecutorio, creando un ambiente de angustia, pánico y dolor: Sentía aquella soga alrededor del cuello como una llama que contenía todos los incendios o todos los abismos. Es en este ambiente donde el condenado evoca su vida pasada y recuerda que abandonó a sus padres para unirse a su amada. Pero, el hombre siendo un ser solitario, nace para la soledad. Ésta se manifiesta en toda su dimensión en momentos críticos, o en palabras de Sartre, en situaciones límite: la vejez, la incomprensión y la muerte. En esta última se encontraba el condenado cuando evoca a su amada (amor erótico) y piensa que ella lo quería mucho, que ningún otro ser le había proporcionado tanto amor, incluso olvida hasta el amor de su madre. Si el amor erótico “excluye el amor por los demás”, el condenado excluyó el paterno y el materno porque únicamente pensó en su amor erótico y Recordó las tantas veces que ella le había prometido, entre besos y caricias, con la piel desnuda y encendida, entregar su vida si era posible para demostrarle su gran amor.

El amor maternal está sustentado en hechos y Pantigoso lo presenta como una fuerza y una actitud que sobrepasa toda acción humana. Se vislumbra como un relámpago en un día lluvioso. Esas palabras dichas en un ambiente tétrico y mortuorio causan sorpresa en  la muchedumbre, porque nadie estaba dispuesto a cambiar la suerte del condenado por más que éste lo anhelaba: Aún tenía la esperanza de que alguien ofreciera su vida por la de él... , y en el mismo condenado al escuchar y reconocer la voz de su madre: -¡Un momento!- Exclamó una mujer entre la muchedumbre.-¡Doy mi vida por la del condenado!. Así el amor de una madre se  sustenta en hechos dignos de alabanza (en este caso la de entregar la vida misma por la del hijo) y rodeados por un aura de una total incondicionalidad, sin esperar nada, absolutamente nada a cambio.

En conclusión, el lector queda pasmado al leer el cuento. Pantigoso presenta un mundo poblado de angustia, asombro y de muerte, donde se hacen latentes dos formas del amor: erótico y maternal. Éste último como un sentimiento, una actitud, un acontecimiento incondicional que está por encima de todo.

 

 

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GEMACIÓN. Revista de poesía. Año XI. Número 6. agosto  2007. Director: Gustavo Tapia Copyright © 1994-2007 Movimiento Cultural El Universalismo. Reservados todos los derechos . Chimbote, Ancash (Perú). Cualquier reproducción total o parcial debe contar con la autorización expresa del editor o de los autores.