Año: XI     N.º 6     agosto del 2007

 

Crónica    IV

  

Gemación, Revista Poética

  

 

DEDICATORIA PARA UN POETA

“Sigo creyendo que es un milagro que en un país como el Perú existan tantos poetas"
PABLO GUEVARA

 

Pablo Guevara Miraval (1930- 2006), fue un apasionado del cine, pero sobre todo, un destacado poeta de la Generación del 50, esa estirpe de literatos peruanos que, aunque un tanto olvidada sigue cosechando discípulos. Cómo olvidar ese poema Mi padre, un zapatero de Retorno a la creatura, (Madrid 1957), que había leído en una antología cuando yo aun estaba en el colegio y no me imaginaba que algún día conversaría, estrecharía la mano y haría buenas migas con el poeta. El poema inicia:

“Tenía un gran taller. Era parte del orbe.

Entre cueros y gritos y sueños y zarpazos

él cantaba y cantaba o se ahogaba en la vida.”

 

Cuando lo conocí en la Universidad de San Marcos, lo espiaba de lejos; pero poco a poco me fui acercando y cierta vez con el poeta Bayona Mejía entramos como alumnos libres a sus clases en las inmensas aulas de Letras. Navegando en el patio y el amable licor como un reino sin fin.

Didáctico, ameno, conversador y anecdótico dictaba el curso-taller de ‘teatro y guiones literarios’ a unos cuantos muchachos que soñaban con adquirir sus diplomas para cuanto antes hacerse profesores de literatura y que distraídos por la fiebre del mundial de Francia 1998 escuchaban los partidos por walkman, cuando declaró que no conseguía comprender por qué en el Perú los autores (que venía de ‘autoridad’, nos dijo, lo recuerdo muy bien) no eran estudiados ‘de la forma que deberían serlo’. Fue bueno, y yo lo supe a pesar de las ruinas que alcancé a acariciar.

 

Desde aquel entonces siempre me pregunté porque él no aparecería publicado en las revistas literarias como La Gaceta del Fondo de Cultura Económica de México o la célebre Sur o incluso en la prensa nacional, donde sí se podía encontrar poemas o escritos de un Whesphalen, Ribeyro, Eielson, Sologuren o Blanca Varela. Entre los poetas peruanos de esa generación que tuve la suerte de conocer, él siempre tuvo ese carisma, gracia, don o generosidad que no he sabido encontrar en otros a los cuales he entrevistado u intimado; había ganado el Premio Nacional de Poesía en 1954 y fue precisamente hasta ese año cuando ganó el COPÉ de 1997 con Un iceberg llamado Poesía, publicado al año siguiente por Petroperú, y, que es una expresión de protesta y rebeldía ya que el silencio poético transita por su obra desplazándose en la inmensidad de una tenebrosidad friolenta y se estrella en colisión con ese ‘iceberg llamado poesía’. Fue pobre como muchos, luego creció y creció rodeado de zapatos que luego fueron botas.

Admirador de Juan Rulfo y del misterioso surrealista francés de origen uruguayo el Conde de Lautréamont quien pretendía que la poesía fuera obra de todos, el autor de Retorno a la creatura había permanecido en una especie de cura de silencio, y, como Westphalen y Eielson llevaba ya cerca de treinta años desde la publicación de su último poemario. Muertos ya casi todos los poetas de su estirpe, él esperaba que este siglo sea surrealista y surrealizante, capaz de explorar los caminos aún vírgenes de hombres originales con nuevas expresiones, y, más bien por ello en contrapartida a su silencio se había entregado a la enseñanza confiado que en la juventud flameaba aún la esperanza; por eso aleccionó hasta donde pudo en San Marcos cuando sufrió hace poco ese último vahído ahí en plena clase. Gran monarca su oficio, todo creció con él: la casa y mi alcancía y esta humanidad.

Y cabe señalar que aquella su generación, más prudente que esta que renegó de algún laurel que el poeta obtuvo, fue más bien partidaria de un mutismo locuaz entre un poemario u  publicación y otra; sin embargo en el mes de julio recién pasado para el cierre de la XI Feria Internacional del Libro en Lima, Pablo tenía mucha expectativa en conocer personalmente a cada uno de los poetas jóvenes que publicaban el libro Generación del 2000? [muestra de poesía joven] para el cual escribió el prólogo y aceptó la presentación a la que no asistió precisamente por problemas de salud. Algo fue muriendo, lentamente al principio su fe o su valor, los frágiles trofeos, acaso su pasión.

Así mismo, una declaración que hizo Pablo, conocido como el ‘Poeta joven del Perú’, cuando fue invitado a la Feria del libro en México en el 2005 donde nuestro país era el participante de honor, aludiendo quizá a un Sthendal, un Faulkner o entre los poetas a un Juan Gelman, que lo habían incluido “por viejo”: es decir por la perseverancia y con un tanto de ironía afirmó que ese era su último viaje al extranjero y luego nomás ya vendría uno más lejano. Por ahí sobrevive una foto con él, en la celebración de una fiesta literaria. Algo se fue muriendo con esa gran constancia del que mucho ha deseado. Y se quedó un día, retorcido en mis brazos.

Su muerte ha provocado una conmoción sentida de pesar y cariño en el ambiente cultural, una de las más genuinas que hayan tenido lugar. Cuando supe por un e-mail múltiple con carácter de urgencia que el paternal Pablo estaba muy delicado de salud y que necesitaba donaciones de sangre, me dije que si muriera perderíamos con él en estos taciturnos días algo que quizá ya no vuelva a presentarse en nuestra vida de ‘escribas’ de esta tierra: la honestidad literaria, el idealismo y la elegancia. Pablo ha muerto. Así advierto a algunos años que tengo en esta ciudad de la que no puedo escapar, que caen ciertas personas queridas que yo conocí: narradores, poetas, amigos; ay, cómo se pasa la vida y cómo llega la muerte, tan callando. Ahí estuve solo con él a las dos de la tarde junto a su féretro en el salón de grados de La Casona: Raíz inolvidable quedó solo y conmigo. Nadie estaba a su lado. Nadie.

 

 

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GEMACIÓN. Revista de poesía. Año XI. Número 6. agosto  2007. Director: Gustavo Tapia Copyright © 1994-2007 Movimiento Cultural El Universalismo. Reservados todos los derechos . Chimbote, Ancash (Perú). Cualquier reproducción total o parcial debe contar con la autorización expresa del editor o de los autores.