Guerra es el paladín de la
destrucción
la eliminación del hombre por el
hombre
feroz odio que aplasta al amor
fuerza que doblega a la razón.
Guerra es la agresión de la
oscuridad
también del hueso y carne sin sesos
nos obliga a nadar en el pantano
a lidiarnos entre sanguijuelas y
alimañas.
Guerra es la cortina de humo de
la cobardía,
demencia e intolerancia de los poderosos
quienes indiferentes ultiman deseos y
ven caer a tus hijos como hojas de
otoño.
Guerra, festín de los
traficantes de armas
extraña felicidad de los mercenarios
que brindan con la sangre entre los
dedos
los sucios millones ocultos en
Suiza.
Guerra...
guerra es la paz en el campo de
concentración
la inocencia bajo el yugo de la
barbarie
la exclusiva estupidez de
confundir el Poder
con el barato canje de hijos por petróleo
obsesión preñada de insaciable sed de
fuego
suscriben sendas campañas de ilusiones
y azuzan, valiéndose de la
virginidad mental
irrumpen fervientes ante el estigma:
Heroicidad
acaso, suelo y sueño que jamás
pisarán
porque así demanda el ángulo letal de
la pesadilla
perdido en el laberinto de la miseria
sin respuestas
las ideas calcinadas por el
gigantesco hongo
símbolo de la herencia civilizada en
agonía;
sólo la desconfianza soportó desde
mucho antes
como púas que adornan las fronteras
de la Libertad.
Guerra es la antesala del adiós
a la Tierra
y en estos tiempos del último
milenio
sólo las cenizas y la nebulosa
cantarán victoria
bajo la sentencia de muerte de los
tímpanos
de hombres que sólo aprendieron a
matarse mejor.
(Poemas que
pertenecen al poemario inédito “Último Testamente”)