Gonzáles
Rosales, Daniel Lima,
Ediciones Altazor, 2005
Benggi Bedoya Rosales.
Contar historias constituye uno de los
afanes obsesivos de todo narrador. Encontrar los temas que le permitan
atrapar existencias y situaciones en un mundo en el que se haya en entredicho lo
humano es, desde ahora, una convicción artística y un afianzamiento de la
humanidad. El primer libro del joven narrador Daniel Gonzáles aborda desde esa
perspectiva lo más humano en el hombre, el amor. Este libro, integrado por 12
cuentos y dividido en dos partes, pone en escena a la figura femenina como el
eje de todas las intrigas, los desvaríos, las alusiones y las más
desprejuiciadas apreciaciones.
En el contexto de la narrativa breve
de Huarás, Algunas mentiras y otros cuentos,
inaugura, a su modo, una nueva sensibilidad o percepción de lo erótico: el
aspecto reflexivo de las relaciones entre hombre y mujer que resultan ser
siempre las más contradictorias y complejas. Los personajes de los cuentos se
debaten entre verdades con apariencias de mentiras y mentiras con apariencia de
verdad.
Los cuentos revelan un
interesante trabajo lingüístico, una idónea forma de decir sin exhibir en
demasía. Cada deducción solo es posible si se sigue con
cuidado la sutil ruta establecida por el narrador. En cuentos como “Ritual”,
“Nuestras noches falsas”, “Algunas mentiras” y “ Complicidad inviolable” los
finales siempre conducen a la evidencia de realidad quizás mediante un
despertar o tal vez ante el conocimiento y la plenitud de la verdad: “También te extrañé” (Ritual); “Desperté” (Noches falsas); “Mientes, siempre es así, ya no sé
cuánto es real. Desperté, te lo dije. Es todo” (Algunas mentiras); “… detienen su ritmo otra vez,
mientras vuelven a escuchar las voces que delirantes llegan al patio y a
ellos para volverlos al mundo, a todo.” (Complicidad inviolable). Ese choque frontal con la
realidad anula toda fantasía alcanzada en la vigilia, establece un interesante
contraste entre la ficción y la realidad.
Otro de los aspectos rescatables del
libro es la brevedad; así cada cuento produce una impresión de historias
truncas y desenvueltas en imágenes que se repliegan y avanzan a doble paso.
Ello está relacionado con la capacidad verbal que manifiesta el narrador y
unido a un estilo claro, sencillo, ágil y franco.
Las microficciones
agrupadas bajo el título de La otra creación y que está dedicada a la
mujer como, un abstracto de connotaciones erótico-filosóficas, muestran
lo mejor del libro, la plenitud, en pocas palabras, y la economía de la
persuasión. Cargadas de cierto lirismo existencial, estos cuentos hablan de
ilimitadas posibilidades de interpretación. Así “Eva, Adán; hoy” a modo de
epílogo señala el final del libro con los caracteres propios del marco
general en el que se desarrolla el tópico del amor: entre la decepción y
la cruel nostalgia.
Por lo tanto, la lectura de estos
cuentos ha de llevar al lector hacia la edificación de una nueva sensación
amatoria, en la que todo es discutible; aun lo más aparente, porque
todo es mentira y el amor no existe, sobre todo si se lee con los ojos cerrados
antes de despertar.