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Gemación nº 6

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Asumir la Dirección de una Revista on line, como Gemación nada menos, que ha tenido hasta cinco ediciones en el formato tradicional y aun siendo por encargo de amigos incondicionales como los poetas Ricardo Ayllón y Azágar, constituye indispensablemente en sí todo un desafío que asumimos sin temor, pero con mucha responsabilidad. Es que no solo se trata de aparecer en un portal con el nombre al frente si no también a partir de la misma acción llevar a cabo una indudable, empero humilde contribución por el bien de literatura, lo cual conlleva de manera inevitable a tener que ponerle rigor, sentido crítico y la depuración necesaria para la elección de los textos respectivos.

Con esto no quiero disculparme porque muchos escritos, que en un principio fueron enviados vía e-mail desde distintos puntos del país e incluso del orbe -aunque suene a pedantería- no hayan sido finalmente seleccionados en la edición que aquí presentamos, menos por las debidas correcciones que sometí desde mi óptica a muchos de éstos, quitándoles los ripios, excepto  dejar bien sentado un criterio que ha guiado estos siempre dubitativos pasos por los predios movedizos de la literatura. Habrá que estar en la ubicación del otro para entender el hecho mismo de cortar lo que no parece adecuado, por faltarle más trabajo, en cuanto prima sobre lo que los románticos llamaban “inspiración” o porque no convenció en nada a nuestra sensibilidad, sin descanso adiestrada durante tantas horas invertidas en la lectura, la reflexión y la vigilia.

En tal sentido, no soy un advenedizo que como el Quijote arremete contra los molinos de viento, solo un literato que nunca ha dejado de empeñarse en su vocación pese a que por cuestiones de alimentación se dedique a actividades poco gratas, no por ilegales, sí porque como dijo alguien por allí terminan confinando al escritor a la condición estar sentenciado a ser de “tiempo incompleto”. No importa, igual sigo e igual continuaré en una vocación primigenia calcinándome el seso y que también a veces me ha llevado a incendiar la pradera, moviendo de ese modo, muchas veces sin querer, el somnoliento cotarro literario que habito. “Perdonen la tristeza” dijo César Vallejo.

Mi labor individual como autor, que naturalmente puede ser desconocida por miles, se ha desarrollado en las dimensiones de la creación y la crítica, del análisis y del estudio, del enfoque personal y la observación teórica de tal modo que, recién pienso ahora estoy en la condición de saber cuánto ejecuto, habiendo antes acumulado una experiencia suficiente que me ha ido cargando las tintas. Doy las gracias a quienes han sabido asimilar mis opiniones y a quienes no tanto porque en este asunto de hacer literatura lo que menos debe interesarnos es el autobombo, la fanfarria y el figuretismo, evitando en consecuencia caer en el sambenito de quejarnos de la marginación por culpa del centralismo, mientras descuidamos nuestra entrega por una escritura disciplinada que no reporta lo mismo a decir ceremoniosa.

Por eso, la división que proponemos se sustenta en cuatro secciones, presentando en la primera a esa forma suprema de la literatura, o sea la Poesía, en la segunda al Cuento (tantas veces ninguneado injustamente por los novelistas), en la tercera damos paso al Ensayo (ese género híbrido entre lo ficticio y lo real), dejando para la cuarta a otro híbrido de tradición la Crónica. Confieso tanto conocer en persona como no también a varios incluidos y excluidos. Quizás les desagrade a muchos esta primeriza incursión. Prometemos en la próxima hacer los ajustes necesarios para lo cual quedamos en pie y bien alertas, según debe ser. Las citas se intercalan para darle cierto toque distinto en el formato de red que hoy en día, en plena era de la información, satura el ambiente y que integrarse a la tecnología significa, aparte de estar a la vanguardia, ubicarse en un sitial donde el mundo del conocimiento y, por ende, de la literatura queda a nuestra completa disposición.

GUSTAVO TAPIA REYES

-Director-

 

 
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