ENTREVISTA

 

Aquiles Rondán: “Si no me dedicara a la

pintura no podría equilibrar mi vida”

 

Imágenes fragmentadas es el título de la muestra individual de acuarela que Aquiles Rondán inauguró recientemente en la Sala de Exposiciones del Museo Arqueológico de Ancash. Huarasino de nacimiento (1975), Aquiles reside desde hace cinco años en Lima, ciudad donde intenta ampliar su espacio expresivo entendiendo el arte como un auténtico producto vivencial.

Ricardo Ayllón

 

 

           Ésta es ya tu tercera muestra individual. En líneas generales, ¿en qué consiste esta exposición de acuarelas en Huarás?

            Es una exposición con la que vuelvo a mi tierra luego de cinco años de ausencia, porque fue en el año 2000 cuando me vine a residir a Lima. En este sentido, he montado las obras secuencialmente, año por año, intentando mostrar mi evolución en cuanto a tema, técnica y estilo.

            Cuando hablas de evolución, ¿cómo deben entenderla quienes recién se aproximan a tu obra?

            Deben entenderla principalmente en el contexto temático, hasta el año 2000 estaba prácticamente imbuido por el paisaje local de Huarás, su entorno y sus personajes, es decir un costumbrismo y un pintoresquismo que, con mi arribo a la ciudad de Lima, variaron, pues produje en mi obra renovaciones de tipos conceptual y técnico, en otras palabras tracé nuevas propuestas buscando ingresar en este terreno absolutamente competitivo que es la ciudad de Lima. Entonces empecé a trabajar los temas urbano y social, cambiando radicalmente los contenidos costumbristas por las crónicas personales, cotidianas, anecdóticas y hasta rutinarias; todo esto porque considero que el arte es vivencial, al entender el arte como producto de las experiencias personales simplemente pinto lo que estoy vivenciando, no me enrumbo hacia un arte revolucionario o de cambio, sino a expresar lo que estoy viviendo. Y esto es lo que revela precisamente el título de la muestra, “Imágenes fragmentadas”, porque cada obra es como una fracción de mis experiencias vivénciales en estos últimos cinco años.

            Sin embargo, dentro de tu pintura manejas una serie interesante, la de los “Profanadores”, personajes objetivamente abstractos si los entendemos como el resultado de tus vivencias, digo esto porque el observador espera generalmente que éstas se plasmen en imágenes realistas.

            Es necesario aclarar primero que muchos artistas encuentran cierta fórmula para su pintura y se encasillan en ella. En este sentido, yo intento ser más versátil; así como desde el realismo busco abordar lo urbano y lo social, desde un estilo cubista con cierta mezcla de abstracto intento plasmar mi mundo subjetivo, mis temperamentos irónico y lúdico, en otras palabras mostrar lo trasgresor, rebelde e irreverente que hay en mí; a este estilo pertenecen los “Profanadores”.

            ¿Para qué te sirve la irreverencia?

            Para liberarme y canalizar mis conflictos existenciales. La pintura es como un conductor de estados emocionales, si no me dedicara a la pintura no podría equilibrar mi vida. Es necesario explicar que el arte siempre ha servido para satisfacer la necesidad del artista por expresar algo, y el hecho de que el público emita lecturas personales de su trabajo ya obedece a criterios particulares, esta es sin duda la dinámica que siempre existió en el arte.

            Si es así, ¿cómo crees que llega esta muestra al público?, ¿has notado cuál es la reacción del observador huarasino frente a la pintura que haces actualmente?

            Como ya te decía, lo que intento es plasmar en esta muestra mis vivencias personales; entonces, primero, invito a los espectadores a reflexionar en torno a sus propios hechos cotidianos. Segundo, estoy casi seguro de que ellos se han preguntado qué hacen temas marinos y urbanos en Huarás, ojalá que esa pregunta los haya llevado a reflexionar en torno a cómo es que la urbe logra captar el interés de un provinciano que viene a vivir a Lima.

            ¿El elegir la acuarela como técnica tiene algo que ver con esto?

            No necesariamente. Elijo la acuarela sobre todo porque me ha permitido ganar algunos premios; y, por otra parte, porque se adapta fácilmente a mi ritmo de vida, tú sabes que en Lima se lleva una vida muy acelerada y la acuarela facilita las cosas por ser una técnica rápida, espontánea, precisa, puedes resolver un cuadro en un par de horas. Esto no quiere decir que me guste el trabajo fácil, en realidad me apasiona la idea de hacer cuadros al óleo o en acrílico que exijan uno o dos meses de trabajo, además que reflejarían otra faceta de mi temperamento, una más fría, pensante y reflexiva, que es muy importante.

 

 

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